Hace como cosa de diez años que sobre la carretera que une Portugal con España, un lindo puente que bacila con su salto al río Miño, apareció un objeto antiguo reconocido por los habitantes del lugar como el Sable del abuelo.
Y sin embargo no era una espada militar, ni un cuchillo jamonero. Tenia una forma de elegante y quizás sutil espadón árabe de la época de Abderraman II....
Pero eso si lleno de oxido, sin las piedras que iban sobre ella montadas y que sirvieron para pagar mas de un favor en la guerra pasada.
El abuelo ya hacía tiempo que había muerto pero como se sospechaba que su sable era el objeto que le hizo famoso por la obtención de muy buena suerte, todo el pueblo se rifaba su posesión hasta el punto de pelearse hasta la muerte. Diez años y un pueblo que concluye tras una leyenda... que comienza cuando termina la vida de Elefimio, mas conocido como el abuelo de la suerte.
Un anciano de 126 años que rondaba por el pueblo y alrededores con la facilidad de un hombre de treinta. Sus cosechas no se estropeaban, sus animales daban el doble de producto que los demas animales, siempre que jugaba, ganaba y todo lo que pretendía le salía sin esfuerzo. Lo único que nunca consiguió fue una esposa....con quien disfrutar de su suerte.
Por tanto no tenía mas familia que los habitantes de Podemon...
Al morir el abuelo, en su lecho de muerte y de viva voz le dijo al médico, que sobre sus bienes era su voluntad que fueran repartidos por igual entre la gente de su pueblo y su suerte, de igual manera, se repartiera por todos los rincones del mismo. Sus palabras finales fueron, "el sable ha de ser el testigo"
El Abuelo no queria que solo unos cuantos, como el bando del bar, se quedaran con los favores del destino y los demás por contra, el grupo de las fregonas cantantes o el de los señores con caballo o el de los amigos del Alcalde o el de las religiosas del poder del Corazón de Jesús, quedaran a merced de la melancolía sin saborear el éxito que le había regalado la buena suerte ....
Exito a repartir sin negociar ó éxito a negociar sin repartir...
Hay que hablar que en Podemon, pueblo frontera de dos paises, nunca hubo enemigos, ni contrarios, incluso se hicieron una plaza con 36 asientos de piedra, 22 de los cuales llevaban escritos el nombre de cada uno de los habitantes del mismo y el resto de los asientos menos trés llevaban inscritos los nombres de los que solían venir a trabajar de un pueblo aledaño ya en el pais vecino. Los dos restantes no tenían nombre pero solían estar ocupados por el Sr. cura y el Sacristan.... .
Su ley principal, escrita en un bloque de granito en el centro de la plaza, decía " El que no puede sentarse no puede hablar"
Su cultura era la de "todos a la plaza de las piedras a hablar". Sus temas, cotidianos; de si se ha dado bien el agua a los campos o si es noble encerrar a los perros ladradores en las cuevas y por la noche para poder descansar sin sobresalto alguno....
Pero tras la muerte del abuelo, Se preparó una reunión en la plaza y se colocó en su asiento de piedra, encima de su nombre, el sable a esperas de hablar de quien se haria cargo de él y de su buena suerte....
Y así, la imagen de un pueblo sentado en silencio, esperando, pensando, consumiendo aire, preparando la batalla dialectica dejando el cariño en los hogares y cargando como balas las palabras necesarias para conseguir que la suerte del sable se clavara, en ellos, como las miradas.
Es como si el abuelo hubiera iniciado con sus deseos finales el inicio del fin del equilibrio destapando odios, envidias y resquemores...
Sobre un velo de silencios, provocados por una lluvia de miradas llenas de incognitas, un sonido de voz humana rompió el helado espacio con una degenerante petición....
El Señor cura, que haciendo lo único que clavaba a la perfección, se levantó, alzó la voz y dijo.... "antes de empezar quisiera hablar de la aportación a la obra de la iglesia para conseguir dejar la morada de Dios como Dios manda..."
Gerni, hombre rudo de los que acostumbran a vivir en el bar entre humo y cazalla, se levantó miró al cura y comenzó su diatriba.... no soy partidario de dar a Dios mas que lo que deba, y si su miseria antaño era parte de su culmen que así sea en el ahora...
Las religiosas del poder del corazón de Jesús, ¡bueno!, un segmento de tres diminutas ensabanadas....se levantaron y maldecieron por todos los santos, callando bruscamente....Todo daba que pensar que era bastante incomodo hablar de otro tema que no fuera el sable y difícil empezarle...
En ese instante el sable mal colocado en el asiento del abuelo, perdió agarre y rozando la espaldera se fue cayendo, poco a poco, hasta que acabó en el suelo cerca de la pieza de granito donde estaba inscrita la frase de las sillas de piedra...
Con el ruido de su caída todos excepto el sacristán se levantaron rápidamente y clavaron sus ojos en el sable. Nadie dio un paso para recogerlo, entonces desde su lugar el Doctor, albacea de Elefimio, elevo la barbilla y comentó.
"El sable, que tantos años a dado la luz al abuelo, nos ha traído la oscuridad al pueblo tras su muerte".
Yo no quiero su suerte negra.Me retiro a pensar y mañana escribiré en el papel de las preguntas mi decisión definitiva al respecto.
El papel de las preguntas era un ingenio de D. Baresnio alcalde y gente de posibles del pueblo, igual de vago que de rico. Mediante este sistema controlaba las sesiones de las sillas de piedra
con respecto a sus obligaciones y a los perjuicios sobre sus negocios propios...pero la gente sabía por la vida lo que los libros no negocian ni enseñan y le traían en jaque con este su supuesto sistema volviendole loco con mil cuestiones diferentes.....A la postre, el Alcalde vago, como todos los mandamases, cedía siempre a la voluntad de las sillas de piedra... y por ende a la de sus vecinos....
Tras las palabras del doctor todos los sentados,excepto el Sr. cura y el Sacristán,decidieron hacer lo mismo y así aliviar la tensión que sobre ellos posaba el sable, por lo que se levantaron de nuevo y se marcharon sin hacer ni un solo comentario.
Otra vez se quedaba solo el abuelo, a excepción del Sr. cura, que al no solucionar lo de la obra de la iglesia no se podía levantar de la silla del mosqueo que sobre su conciencia planeaba...
El bar estaba lleno, las calles recibían una procesión del corazón de jesús, el alcalde, que no quería estar solo, montaba una fiesta en el patio de su casa, las fregonas cantantes se reunían en la escalinata del casino y cantaban su repertorio y los caballeros a caballo se iban a montar en una marcha nocturna que como en todos los casos duraría hasta que saliese el alba y con el alba, los primeros rayos del Sol.
Este sería el momento de volver, de enfrentarse a la leyenda o de sucumbir a la magia. Pero había que echarle redaños y volver. Ser uno mas ante la decisión de quien y de porqué... y este sería el final desde el que se elevaría la nueva figura del hombre o mujer del sable para su propio beneficio y para la tranquilidad de todos.
Pero una vez acercados todos con su papel de las preguntas, donde cada uno había propuesto tanto una pregunta como una respuesta (de porque fulanito y el motivo...), sobre las sillas de piedra, el fin del problema acaeció, como caído del cielo; no estaban ni el cura ni el sacristán ¡ni el sable!, ¿es posible que de un disparo hubieran sido abatidos dos pichones?.
Habían desaparecido dos causas, dos problemas. La ingravidez les sometía y despechaba de forma natural una sonrisa. ¡El sable había desaparecido! y las sillas, donde se sentaban el cura y el sacristán, estaban vacías.
Por primera vez en la historia del pueblo se descansaba sin tensión en las sillas y se comenzaba una conversación sobre asuntos banales sin que apareciese entre ellos ni Dios, ni el abuelo...
El mundo podía respirar, aunque antes también lo hiciese....
Del cura, se supo que se marchó del pueblo cansado de pedir sin conseguir, dejando, a las religiosas del poder de Jesús, lo que quedara de Iglesia. El sacristán por tanto se liberó de sus obligaciones y decidió ver lo que el mundo esconde tras de cada montaña y se hizo aventurero...
Y del sable nadie mas supo excepto que la leyenda cuenta que en la silla del abuelo se encontró una flor y un papel escrito en el que ponía, con letra muy bien escrita, "el sable para quien lo busque"...
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1 comentario:
Hola , soy Puri, supongo que habras oido hablar de mi.
No te conozco , pero seria un placer conocerte ya que estoy segura debes ser una gran persona , al igual que un gran escritor , me gusta como escribes. nunca Te han publicado algun libro? la verdad que si no es asi deberias planteartelo, escribes estupendamente y preparado para ello . Sigue asi que llegaras lejos.
un beso muy fuerte de una mujer que no conoces jajaja . Seguire leyendote .
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