jueves, 19 de abril de 2007

Borracho



En un banco, de un bar de la calle Olmedo, el bar cuatrociento´s, especialista en mojitos, se encontraba sentado un personaje que mas que un individuo, parecía un bulto sospechoso.

Con el cuerpo de lado y el codo pegado a la mesa ejercía sobre su persona un baile circular que podría coincidir con la frontera entre el equilibrio y el paso a la ingravidez. A esto hay que sumar la pérdida de organización corporal suscitada en cierta medida por el desamparo de la razón y por la aparición de otro yo, el ser supremo de los golpes, el tambaleo y las perdidas de conocimiento…Hablamos de borrachera...

“A la caza del desafío más extenso y delirante me quedé sentado frente a la mesa donde se encontraba otro inquilino más de este bar. Bebía como en la canción, para olvidar que estaba bebiendo.

Ya no soportaba bien el alcohol, por lo que decidí beber mas despacio, con el único propósito de poder seguir mas y mas y así acabar reventado en el interior de un ejemplar “coma etílico” tirado en la frontera entre lo absurdo y la puerta del desesperado.

No era posible beber más, ni más lento. Uno mira al camarero y te da la impresión que, éste, es de plástico, o de cera . Tal sensación te lleva a pensar que contabiliza las copas como si de un concurso se tratara, dándote alcohol lo más profusamente posible.

¡Que espanto! Entre la poca lucidez que aun soportaba, sentía como si los vasos vacios me hablaran, como si desapareciese el camarero por el remolino del desagüe, como si la gente de alrededor y la compañía mas borracha aún que yo se hicieran menores y desapareciesen delante de mis narices y su efectos regalaban sobre mi unas ganas enormes de reír y de perder el equilibrio.”

Beber para dejar de vivir. No vivir el espanto de entender todo lo que acontece enrredor de tu vida y saborear la locura que esta situación refleja.

Beber es delirar sin dolor, como dormir y soñar despierto... no hay frió, no hay que dar ni que quitar, no hay vergüenzas ni ilusiones solo existe el pozo que es como la vulgar idea del túnel en la muerte; se sabe que está y no se reconoce porque el que va ya no vuelve.

Uno empieza a ser marioneta de si mismo y los hilos se mueven con el infortunio hacia ningún lado. Y es hacia allí dónde íbamos tanto el de la mesa de al lado como yo y a modo de carrera intentábamos coger la "pole position" y avanzar sin movernos de la silla.

Y entre trago y trago me proponía desojar la margarita con recuerdos y mas recuerdos tirando los buenos para hacer espacio a todos aquellos irrepetibles, nefastos y dolorosos a fin de enarbolar banderas que me forzaran a beber mas y mas y no quedar saciado por mucho que hubiera ya ingestado.

Necesitaba morir por momentos, desaparecer de mi propio pensamiento y arrojarme hacia el infierno. Pero para ello necesitaba ayuda y esta me la proporcionaba mi compañero de copa con el que pasába de la euforia al melancolismo en cortos espacios de tiempo y juntos regresábamos a la grupa de caballo de la risa y de la desvergüenza una y otra vez en un bucle interminable…

Beber no es escape, pero tampoco es cruz. Beber es pasar de todo en un momento determinado y no querer saber de tiempos o modas.

Beber es seguir respirando pero a otro ritmo. Quizás no el mas adecuado, pero si mas lento, por otro camino y con otros paisajes.

Beber une a enemigos y desconocidos y siembra la confianza entre los que no confían. Trae confusiones y descalabros. Hace reír, te convierte en marioneta, payaso o ejecutor y puede hacer que el reloj del tiempo pase o demasiado lento o demasiado rápido, el caso y eso es positivo, siempre pasa y hace que el bebido se despeje y vuelva a la realidad, para enmendar su ingesta con un fuerte dolor de cabeza como mínimo…

“Ya me dolían las mandíbulas de reírme, no soportaba ni a mi compañero de viaje ni a mi mismo Había pasado al estado de la inconsciencia total, tirado debajo de la mesa, además ya me había levantado la voz el camarero, diciéndome que ya no me daría mas, por mucho dinero que llevase, y lo cierto es que me hacía un favor porque apenas me quedaba dinero y mi cuerpo ya hacia una hora que había renunciado a soltarme mas en esta actitud, así que agarrado a la barra con una mano y a una silla alta con la otra, bailando descontroladamente intenté avanzar hacia la puerta para regresar a mi casa y finalizar, pero un bulto en el suelo me impedía dar al menos un paso y no era capaz de sortearlo.

Me quedé quieto soplando, quitándole al tiempo unos minutos de reproches para regresar y poner fin a esta farsa consentida…

Y no podía, un borracho me había cortado la retirada …




1 comentario:

Anónimo dijo...

He de manifestar mi mas orgullosa devoción a tus composiciones, son tan sutiles como peligrosamente reales, lo que me lleva a pensar, en este caso que has tenido mas de una borrachera.
Gracias por todo tu genio.
Besos.